La fachada de un edificio es mucho más que su aspecto exterior. Por eso existen muchos tipos de fachadas, pues la habitabilidad y calidad de vida de las estancias interiores están directamente relacionadas con una buena elección.
Hay que tener en cuenta parámetros como la estanqueidad, la inercia térmica, la humedad superficial o el aislamiento térmico o acústico para conseguir que las condiciones del edificio sean óptimas.
¿Qué tipos de fachadas existen?
Aunque hay varias maneras de clasificar las fachadas, habitualmente se dividen en dos grandes grupos: pesadas y ligeras. A su vez, estos dos grupos tienen diferentes soluciones; veamos cuáles son.
Fachadas ligeras
En este grupo estarían aquellas que no pertenecen directamente a la estructura del inmueble, sino que utilizan su propia estructura, la cual generalmente se ancla a la del edificio. Así, podríamos decir que las Fachadas Ligeras trabajan como una piel exterior que se fija al inmueble, motivo por el cual su peso suele ser inferior. Su ventaja principal es que su montaje es sencillo. Este tipo de envolventes se subdividen a su vez en dos tipos:
1. Fachadas discontinuas. En este grupo encontraríamos las fachadas panel, las cuales se ejecutan mediante paneles prefabricados. Dichos paneles pueden estar anclados directamente a la estructura (de forma similar a las fachadas ventiladas) o pueden tener una estructura específica para soportar su peso.
2. Fachadas continuas. Dentro de este tipo de fachadas estarían incluidos los muros cortina. En ellos predomina el acristalamiento, por lo que son muy usados en oficinas por su buen nivel de iluminación. Como su propio nombre indica, las fachadas cortina están colgadas de la estructura y fijadas a la misma. Esto se hace habitualmente mediante montantes metálicos o estructuras de cables.
Fachadas pesadas
En estas fachadas predominan materiales pesados como ladrillo o piedra. Dentro de este grupo encontramos:
1. Fachadas de fábrica. Pueden ser portantes (con misión estructural) o no portantes (solamente cierran el edificio, es decir, se apoyan en la estructura). Un ejemplo son las fachadas de ladrillo, las cuales pueden tener una o dos hojas y pueden dejar el ladrillo visto o taparlo con un revestimiento (revocos, pinturas…). En este tipo de envolventes hay que prestar mucha atención a las juntas de dilatación y a los puentes térmicos.
2. Fachadas ventiladas. Son aquellas en las que la fachada se ancla a la estructura del edificio dejando una cámara de aire. Con esto se consigue el llamado «efecto chimenea», mediante el cual el aire circula por dentro de la fachada, refrescando el edificio en verano y ayudando a calentarlo en invierno. Las fachadas transventiladas contribuyen al ahorro de energía y son muy duraderas.
Dada la gran cantidad de tipos de fachadas que existen, en su elección y ejecución es conveniente que intervengan profesionales, pues así podrán cumplirse más fácilmente las condiciones necesarias para el bienestar higrotérmico de las personas.
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